sábado, 30 de octubre de 2010

rojo / blanco

ROJO


Rojo es un poco de color rojo
(los mocasines élficos del Papa).
Rojo es un pozo del color que sea
(la oscuridad, que idolatra la sangre).
Rojo es el corazón que suma y sigue
(ética para el nuevo enamorado).
Rojo que siempre es una llama de oxidados rubíes
(arde la carne al contacto flexible de la luz).
Rojo también la curva de los astros
(también hay una velocidad que no se siente).
Rojo como una isla
(¿sueña la muerte con acantilados?).
Rojo por la mañana con lunares apenas
(si está de fiesta el sol arrojando centellas a su prole).
Rojo por encima de la rodilla
(por debajo una suerte de perfección extrema).
Rojo desnudo en contra de su desnudez
(y a favor de todo lo demás).
Rojo frente al profundo desánimo del rojo
(un ritmo desangelado que no es jazz).
Rojo suicida verificando el miedo a las alturas
(como una cuenta atrás del infinito).
Rojo es el perro que traduce la rabia a nuestro argot
(los animales llevan una vida deshonesta).
Rojo es el labio que arrebata al tiempo los besos prometidos
(no existe el beso azul, por más que lo aseguren las estatuas).
Rojo es Ali machacando la mandíbula de Frazier
(noqueando al espectro de la guerra).
Rojo es Nixon mintiendo en la televisión
(asesorado por un feto).
Rojo por rojo igual a casi negro
(hacedle hueco en vuestras tablas).
Rojo entre rojo igual a casi nada
(dirigid al cociente vuestro santo microscopio).
Rojo es la noche
(cuando la luna llena se deprime).
Rojo un río cualquiera
(siempre que sea un río salvaje).
Rojo fundido en gris por una sola mosca
(con dos ya funde en negro y se evapora).
Rojo el perfume que desprenden los ávidos jardines
(o el aroma hipotético que plantea la hierba).
Rojo fantasma que burla los espejos
(diríase que lucha por zafarse del cuerpo).
Rojo diamante en la quietud del arpa
(folklore para bestias cultivadas).
Rojo partido en dos mitades rojas
(hinchado como el globo primordial).
Rojo chiquito con zapatos de charol
(la piedrecita en el zapato de charol).
Rojo perverso pero rojo en ciernes
(a la virtud se la conoce así).
Rojo como dios manda
(sólo negocios, nada personal).
Rojo que no se puede ser más blanco
(viene ocurriendo).
Rojo es el aire infiltrado en la sombra
(un detective aficionado al vértigo).
Rojo el latido desplazado al azul
(aquí lo más sensato es escuchar).
Rojo privado
(prohibido el paso a los poetas ajenos a La Obra).
Rojo elevado al cubo
(que os dará la potencia de la rosa).
Rojo el silencio del Comité Central
(el que inspira a Mo Yan sus agridulces fábulas).
Rojo de cuando había muchas menos cosas
(¿...en qué universo?).
Rojo para la novia
(y un repique de campanas para empezar el día).
Rojo distinto y ya distinto al fuego
(en el mejor deseo, ¿acaso no se extingue un pequeño fulgor?).
Rojo apacible en un lugar del mundo
(eso sí, que no se sabe dónde).
Rojo es el pájaro de pluma ígnea
(¡Ícaro electo!).
Rojo en los fríos ojos de Max Dembo
(deshojando la prueba de la nalorfina).
Rojo directo es el exilio
(todos viajamos en el mismo barco).
Rojo sin boca para solaz del espíritu
(¡así se habla!).
Rojo según las escrituras
(de los falsos profetas que cultivan un palmo de horizonte).
Rojo en la húmeda lengua que describen las nubes
(que no tiene sentido, pero llueve).
Rojo por fin el verbo como una soledad adolescente.
Rojo hasta aquí en el verso sentido con suficiente dolor.



BLANCO


Cuando el ángel del hambre -que tomo prestado de Herta Müller-
recorría Europa con supersónicas alas
desde la Península Ibérica hasta el ignoto límite estepario,
se produjo en el bosque de los cuentos una persecución entre la nieve:
un niño cazador y un cazador de niños (44).
El niño era consciente de su fragilidad,
el cazador necesitaba comer,
los animales corrían demasiado y encontraban escondites inusuales.
El miedo se mascaba en el ambiente y el niño lo mordía en famélico silencio
(así, el drama necesita del frío, lo crea, lo potencia,
se revuelca en lo gélido como un hierro candente;
hay algo más trágico, especialmente, en el rostro aterido
que absorbe la debacle de la temperatura sin conseguir la salvación del hueso).
Hubo, quizás, un sacrificio, porque dios también estaba en los fogones aquel día.

El frío hace buenas migas con el hambre,
la escarcha alienta un género de sed encapsulada.
Contra el hielo crecido, tampoco es útil la llama intrínseca del odio.

Hacia mil novecientos treinta y tres,
enfrascados los ojos en el indigente torbellino de la paz,
nadie, en ningún sitio, señalaba las nubes que asombraban el cielo.
ni la espuma oceánica era descrita en los cuadernos.
Un ejército de almas extendía sus túnicas sobre el gesto de la noche
-ráfaga de palomas-,
meteoros de estirpe lunar anegaban los campos
y la hueste corvina declaraba en la espesura su armisticio.

Es decir,
aún el ciervo se movía con rapidez en sus tacones de aguja
cuando la muerte obró su discreto milagro.

4 comentarios:

  1. Oh, Esteban! Me parece que este despliegue de Arte sobrepasa todas las expectativas dignas del color. Lo he leido tres veces y debo recuperarme de su impacto sanguíneo. He de volver, amigo querido. Mientras tanto aplaudo con devoción.

    Enhorabuenaaaa!

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  2. Muchas gracias, Hallie querida.

    Todavía no sé muy bien por qué he escrito estos versos, que son como un desvío de la carretera, un camino bastante incierto.

    No sé si te dije que estoy escribiendo un librito. Y es difícil mantener la concentración. Así que, a veces, me voy un poco por los cerros de Úbeda, que es lo que se dice aquí cuando te sales de madre.

    Lo mismo que me sucedió con Jamaica-Nueva York, donde aproveché la salida para hablar del disco de Nas y Damian Marley.

    En los poemas he introducido pequeñas referencias a algunos libros que he leído recientemente. Por ejemplo, Mo Yan es el autor de "La vida y la muerte me están desgastando", una preciosa novela que estoy leyendo ahora mismo; Max Dembo es el antihéroe de otra de Edward Bunker, "No hay bestia tan feroz", la alusión a Muhammad Ali tiene como origen el pequeño y brillantísimo ensayo de Norman Mailer "En la cima del mundo", y el "ángel del hambre" está sacado directamente de la novela de Herta Müller "Todo lo que tengo lo llevo conmigo". Lo de (44) y la persecución entre la nieve, viene a cuento de la novela de Tom Rob Smith "El niño 44" (este lo leí hace un par de años).

    Ya ves, así, todo revuelto. Acercándome a una cierta actualidad que no es tal, sino una particular sucesión de acontecimientos. Por una parte la vida y por otra la literatura, porque el libro que escribo ha de tener tanto de la una como de la otra.

    Un beso y gracias de nuevo por tu calidez.

    Esteban

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  3. Maravillosa la inconciencia que a veces se derrama en un poema como éste; Sí, las referencias son un detalle exquisito. Los poetas gigantes como tú van esculpiendo la cotidianidad con anillos y sortilegios, revistiendo el paradigma de las cosas que sí existen aunque no puedan ser intuidas por todos. Ahora también hay un ritmo inédito y gran fuerza conceptual; unido a todo eso palpita belleza en cada verso. No, no sabía que estabas escribiendo un libro; me parece espectacular la idea y desde ya me preparo para celebrar su testimonio universal, eh!

    Un beso grande,

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  4. Así es, Hallie. En el poema Rojo escribí primero todos los "rojos" (que eran muchos más de los que al final dejé) y luego fui añadiendo los paréntesis a cada uno de ellos con lo primero que se me iba ocurriendo, más o menos, como en esas pruebas sicológicas en las que te dicen una palabra para ver qué te sugiere. En cualquier caso, el inconsciente desempeña una función importante en poesía, diría yo.

    Bueno, lo del libro..., es que dicho así hasta parece algo, es simplemente un nuevo poemario, creí que te había comentado algo al respecto.

    Muchas gracias por mantener una actitud tan positiva hacia mis inseguros intentos.

    Besos.

    Esteban

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