domingo, 19 de febrero de 2012

dos poemas

explicar la música en un sencillo cuadro

En primer lugar, la mano, curiosa y obstinada,
llena de huesos hábiles,
calcada de una sombra que pasara volando a ras de suelo.

En otro plano, la voz, fijando estrellas,
construyendo palabras de reojo,
ilusiones formadas de espanto,
otro rostro inocente.

Al fondo, el alma,
        
         un toque de miseria,
         un retoque de lluvia,
         un redoble de alas de paloma.



el día D

Oh, domingos opíparos,
festivos,
días a ser posible.

Días para sentir alrededor
el credo atrofiado de las campanas,
patinar por la gravilla con zapatos asesinos
o liberar un ansia de conocimiento.

Un día sentado en su mesita de noche sin despertador,
zumbado de graznidos colosales,
ingenuos quehaceres de las almas.

Quedaban el domingo las muchachas para la doble sesión,
los viejos abarrotaban el estadio,
e incluso los perros se daban a la buena vida.

Porque un domingo es siempre más azul
que un lunes por la tarde y sin dormir.

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