viernes, 3 de abril de 2015

mainstream


En el espejo cede la felicidad, húmedos destellos, briznas de injusticia.
La hierba no es para sus pies descalzos; existe un pacto con la naturaleza que se ha de respetar,
un trato material con las agujas de los pinos, con el barrizal que apunta sus maneras
sucias. Nadie es libre, como nadie tiene la culpa
de que llueva sobre mojado. Existe un arte natural que no se compadece, sin medida
ni futuro, una forma sin medida de futuro o sin caligrafía, un arte sacro que carece de creador y espacio.
En el museo, danzan las ninfas su peregrinaje, los escolares disfrutan su día mágico,
una mujer cruzada de brazos frente al sigiloso tranvía de las obras caras, obras maestras,
de gran valor, creadas por maestros avezados en su estilo, físicos de mirada gélida, genios itinerantes.
¡Oh, Leonardo! El artista y su mundo, el poeta y su esterilla para la meditación.

En la India saben lo que cuesta un segundo de tiempo real. Han sido capaces de valorar la gracia,
con respeto. A los europeos les falta tiempo para el pensamiento, solo perpetran, hacen consultas, consultan
aparatos modernos, terminales interminables de dolor. Los españoles gritan en francés
que quieren un poeta como aquellos, uno famoso y triste; pero es mentira.

Ella no es tan triste como sus poemas. El misterio de la melancolía tiene los días contados. Un romántico
se apiada del artista que sufre su economía de guerra, su pan con pan. Grises, las noches cortan
su simetría y se deshacen en halagos hacia la prudencia. En el portal, el humo no deja ver,
no deja de ser una masacre; se escuchan latidos altos como notas rígidas, bases incólumes hasta la crin
de un caballo muerto, hasta el pronóstico del clima, su atlas gripal. Huye la gente de sus papeles
y adopta modos de ciencia ficción para el teatro, pinta, construye, decora su miseria
con gotas de solemnidad, abetos navideños.

Siempre es posible verla -en el parque- si cuentas con la música adecuada.
Un reguero en el mainstream, en la cúspide de la negociación, producido por una comisión de leopardos.
La música apropiada al estado febril, el estado famélico del medio oeste, la línea fronteriza con cualquier
coordenada, una pirenaica conectada con todas las familias en un suspiro. La canción que perturba
como una película francesa con su actriz principal incontestable interpretando un business aterciopelado
y sin lágrimas. En el parque puede reconocérsela por el vestido y la sombra,
que no se reconforta, incómoda en su plano.

Todos hablan del arte, largan del arte y es justo que lo hagan. Así, con su conocimiento y su entelequia intactos.
Es un monasterio en la montaña, cuyo aire lejos del viento colosal viene bien para ciertas afecciones
bronquiales de largo recorrido. El arte, como el éter, es un claustro trasplantado piedra a piedra
desde el mediterráneo a la costa de la muerte. Existen los cuadros naturales y el naturalismo
en la pintura, en la escultura que vuela, al piano descomunal hecho a conciencia.

Mañana saldrá el sol. Los niños recitarán su fantasía, llevarán un caramelo en la sonrisa. Ella pisará la hierba
con sus pies descalzos, fuente de azul. La luz dará más luz y las rosas irán más en silencio
a columpiarse dentro de la tarde; los pájaros, igual. ¿Cuánto cielo precisa el porvenir de un sueño? Hace tiempo,
las promesas incumbían y las madres salían a la puerta de casa, la comida costaba una tormenta
y la felicidad era un desierto empedrado de buenas intenciones.


http://www.bjp-online.com/2015/03/jiehao-su-borderland/


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores