lunes, 17 de agosto de 2015

y la música (I-ne-an)


Deletrear un paisaje en la memoria, una historia sin THE END. La niña está en la calle y juega,
hace sus deberes infantiles, para siempre.
Deletrear un sueño: I-ne-an (1).

Tres silabas amables. ¿Cómo sería amar su nombre?, ¿cómo es? Se puede amar un nombre como K,
se puede amar a Rama, a Rosario y a Janelle, a AZ también. Se puede amar un nombre imaginario.
En la mente las personas son un rostro, una voz, son más una manera de moverse,
un definitivo aliento, la niña que juega por la calle salta de forma
artística, su gimnasia es elocuente.

Abrir la boca con dolor. I-ne-an. Un lugar en ningún lugar del mundo,
lejos de aquí y ahora, en la cara oculta del futuro. El sitio perfecto para quedarse y soñar.
Gatos que sonríen, gente cálida, osos que abrazan suavemente, sin zarpas de hierro ni cimitarras curvas,
una curvatura bella y delicada, mullida también para las horas muertas de la noche,

Nada grave si existe un fundamento. Qué ilusión. Una Odisea en marcha, un viaje trepidante
hacia el color del cielo; el parque de atracciones y la infecciosa melodía del algodón de azúcar, los buñuelos de nata,
(mecanismos y luces, rotación y balance).

Sobre la oscuridad un palacio se yergue donde encogen los miedos, el cabello
se trenza y la música enciende el corazón de las estrellas.
Un dragón sobrevuela el espejo del salón de baile
cuando hace trampa todo el universo. El infinito resulta en un dolor cerrado de los ojos. Una herida interminable.

I-ne-an, sin lágrimas de atrezo, sin una sola lágrima. Y sin poner acento en el deseo. La reconciliación
vestida de domingo, con su mejor traje de fiesta, su peinado vistoso, verdadero y feliz. Una mano suya, blanca
y diminuta contra la fe cobarde de los siervos. Su mano poderosa que infunde ánimo en silencio.
Su dulce voz armando paraísos con el alma rendida entre los labios.


(1) Disneylandia.- 'Underground', Haruki Murakami (1997-1998)



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