miércoles, 7 de octubre de 2015

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Toda visión del Paraíso debe estar acompañada de signos.
'Los papeles de Puttermesser' (Cynthia Ozick)

El concepto es:
dar siete vueltas (al mundo en un pedazo de arcilla); construir un golem,
una golem delicada que no crezca demasiado,
y alcanzar la gloria. La fama y el deterioro consecuente.

Llegar a la alcaldía de las letras, toda la hispanidad en un retruécano, cambio de paradigma. El tamiz,
afuera. Nada de filtros, solo un Plan maestro y concienzudo.
Empezar por la verdad e ir descendiendo hacia el calor de la miseria,
peldaño a peldaño, cuerda a cuerda (sin caer en el kitsch). Desmerecer cualquier premio literario, molido, específico
y con foulard, pero ramplón, aunque así se lo juren
con voz poética los interesados: ¡qué foulard elegante más discreto!

La golem que no coma mucho y no engorde hasta reventar las costuras,
más que otra cosa por no gastar tanto en ropa (de momento), las túnicas son elocuentes
en esas circunstancias, funcionan como sayos eficaces y proporcionan
un camuflaje exacto para el Ser.

Luego, la conquista de las editoriales y el mundo editorial pasando por encima de la crítica
a la Jeremić, retozando en la probidad de la benefacción. Una palabra
gratis o un grajo muerto y escarchado. El Plan no dice el Poema
textualmente, verso a verso, lo insinúa apenas, lo motiva, ofrece su toque personal, su solo de batería de jazz
pensando en ella. Ella que no ha sido construida sino en el pensamiento,
entre neuronas activas y cadáveres históricos.

Ella, pues, compuesta en un francés culto y colosal a la medida de los salones de las Tullerías,
las cultas arañas de la Galería de la Paz. Un cromosoma heroico,
un gen parpadeante. La belleza en el libro, compulsada por el Ser en toda la antigüedad de su propuesta,
lacrada -se dice- y floreciente, fosforescente como un liquen,
como la piel mudable de la hierba.

Una poesía pasada por el aula, desmontada a mordiscos
y vuelta a montar a tropezones. Reciclable como un beso, en esa misma onda suburbana;
la tranquilidad de un paseo por el parque de la mano del aire hacia una espesura
femenina. El poema dorado en la sartén, vuelta y vuelta, que es un infierno maquetado
y aceitoso, pero auténtico, pero ausente, pero bien.




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