sábado, 12 de diciembre de 2015

ánima


Imposible. La vida es trágica. El poeta pasea por el parque con un ojo morado,
sin un ojo. El poeta cojea su avaricia
intelectual, su desparpajo. Ha corregido un verso inoportuno
que le persigue como un sabueso infernal. Ha salido a buscarla y no. Se contenta con una escena truncada
detrás de un árbol de considerable diámetro.

Cuando el amor fracasa en su propuesta, no se anima. Apenas consiente en levantarse de la cama
y atender al interfono, abrir la puerta del portal, bajar en zapatillas con un gramo. Cuando el amor ha visto
la nieve por la ventana y no se anima, solo acepta billetes grandes,
nada de monedas que a saber de dónde.

El asunto se agrava; las navajas son para cortar el pan, pelar la fruta. Nadie pasea
así con una navaja en el bolso
por el parque. De noche los muchachos se olvidan la sonrisa en la barra del pub. Están que no les toques,
no les mires a los ojos que son perros de pelea.

Jess ha despertado fuera del mundo y la fama, su voz no ha cambiado pero el resto
obedece a un plan de austeridad. Nadie elogia su peinado ni sus piernas de corista, pero el viento arruina su mirada
con especial desaire. Las chicas estarán abajo, bajo algún paraguas, alguna llave. Se sale y se camina,
los milagros suceden de milagro, siempre iguales (según el evangelio del faisán).

La única herencia fue un desahucio, un lanzamiento de peso: veintiún gramos hacia el infinito de la soledad.
Nadie va a esconder una pistola limpia en el agujero del árbol.

Dicen que el poeta se ha pegado un tiro. Y no es cierto, no acertó. Le temblaban las manos
como hojas de plátano, las rodillas casi no le sostenían la disciplina versal: problemas de columna. Así que tuvo
un gatillazo (no por primera vez).

El reloj de la plaza es puntual como un reloj, está parado. Hay una colecta en marcha por el barrio
para comprar uno de sol. Ella tenía uno de arena para jugar al ajedrez, pero al final jugaba al amor con una margarita.
Me quiere. El frío es una condición sin la que no funciona el poema. La lluvia,
sin embargo, es de atrezo, no se siente ni chafa los peinados. La policía pasa lentamente cien metros por delante
de algún lugar perdido. La poesía es una condición, sin ella no funciona la vida, solo el arte.




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