martes, 29 de diciembre de 2015

viñetas en el tren de navidad


Los chicos fuman a ambos lados del camino real. Columnatas de humo, un claustro
fantasmagórico; el césped reconforta, se une a la franquicia colorista,
el concierto ofrecido por las flores. Una rosa es como una sociedad ilimitada
o como un baile -piensa Jordan-. La fortuna sonríe cada día a una familia diferente, también hoy una madre
ha encontrado su puñal debajo de la almohada.

Ella sabe que hay que distinguir bien los hongos
de los sombreros y de las intenciones. Infusiones y viajes de ida y vuelta al edén en un expreso antiguo,
pasillos y compartimentos, ventanas de guillotina, coches cama. El coche cama es adecuado para el opio, uno se encuentra
gente oriental y puede conversar en otro idioma,
ya en la lengua litúrgica de la instrucción, ya en la jerga galante de la búsqueda.
El traqueteo acerca a la monotonía, que es una virtud singular, un estado romántico de las apariencias
y las emociones. Entre los raíles aguardan los espectros, en las curvas rápidas donde el paisaje
acumula una aglomeración sin precedentes de postes de la luz.

Sintaxis: de la reacción a la rebelión; todas las letras juntas en una palabra menos, nada de palabrería;
el silencio vale su peso en pan duro, su peso en guerra, como un alma. Cuando te hablan, lo correcto
es negar con la cabeza, fingir la pesadumbre de los elegidos
(y agarrar fuerte la correa del perro).

En la pared, Jordan ha dibujado su nombre, que no es un simulacro de apodo
virguero y suburbial -¡y cómo suena!-. La firma oscurece el patio, que es de lo que se trata,
se ramifica por toda la ciudad emboscada tras cristales ahumados como en un eclipse general y auténtico.

Las manos de la noche han gorroneado un desayuno intacto,
Gris se apodera del mensaje: será que le remuerde alguna fantasía. A cámara lenta, los ojos burlan
el tránsito de una bala de plata. En una maniobra de futuro, la muchacha agota su munición
y deja el área sembrada de hermosos cadáveres, pero es solo una imagen. Los pájaros abrazan la aurora
disimulando su frágil esperanza.

Esto no es aire, no sirve para respirar, está infectado de violencia -juzga Jordan en un soplo-. Tras la puerta entreabierta
un hombre se masturba. El humo moldea un realismo culposo, la sangre no se ve,
los autos merodean plagados de enemigos acérrimos y en el silencio late una verdad más pura que la cara del hambre. 




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