lunes, 22 de febrero de 2016

si no hay dios


Hay belleza, pero no es la belleza. Hay amor, pero no es el amor. ¿Dónde están los hombres?
Si la risa ha subido a los cielos por una escalera de lágrimas. Si no hay dios.

Un pie detrás de otro y se abre
espacio; se cumple la tarea. Los árboles dialogan en otra realidad menos cortante. Entre los coches y las almas
la visión es de un verde fugaz, como fundarse una misión entre la hierba.
Esta es la soledad de la mala fortuna, el epicentro del baile. Se conservan las columnas de humo y el hedor,
decaen los sentimientos; existe un atavismo antiguo que reclama
sangre poderosa, su infame tributo. La hermosura pasa de largo ante los ojos del hambre,
la misericordia exige un noble pensamiento.

En el vientre del futuro, ella fuma y sonríe, apoyada la espalda en la pared. Las nubes no la dejan
ver el bosque de pétalos que se extiende, anómalo, en todas direcciones. Persiste la niebla
como una sinrazón de la naturaleza. Jordan dice: ahora, vamos a ver este amor. Veamos este amor cuánto ha besado,
adormecido sobre un colchón de desmemoria, recién inscrito en un libro permanente.

Ciertas esperanzas requieren firmes desencuentros, turbias apariciones. El amor ha ofrecido
su protección hasta la mecha del cambio. Cuando empezó a llover y luego la nieve trenzó su alegría en los tejados
y no cejaba en su estridencia. Más que el frío, fue la luna que se empeñaba en un triste desatino,
esa blancura cauterizada, también estoica, esa procacidad de las mareas.

Fuera, en el parque, la vida sigue reanimándose. Lo que se traduce en una elíptica descendente o un subterráneo
emocional. Calles, en su sitio, dirigidas; números clavados como herejes,
viejos ascensores, neutros hijos de la NASA. Estrellas hubo que aceptaron mal la reprimenda. Ángeles hubo
que adquirieron sus armas de Jedi en unos grandes almacenes
y cayeron de bruces en la prosa.

Jordan hace llover como un dron bien afinado. Su poema sepulta
confidencias, abre la casa de los espejos. Qué voz innecesaria si no existe el aire puro
sino en los pasos secos del recuerdo. La violencia del aire y el eco de un dolor impenitente. Dicen que ha vuelto el fuego,
pero no de la luz.



Raining Ghosts
© A L E X • H U T C H I N S O N

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