miércoles, 18 de abril de 2018

en lugar del amor


Grietas por donde se filtra el drama, un suceder disonante como un derrumbamiento,
socavones tangibles, fallas sísmicas, denuncias; todo ha ocurrido después de ocurrir, por segunda,
por tercera vez, por última. Quién pasea el cochecito del niño, quién da de comer a las palomas; pero nadie pregunta.
Los ojos se han partido en dos visiones nocturnas, las manos
han conocido el vigor de la derrota. El Parque encaja aquí. Sí, se ha perdido la guerra;
oleadas de sangre viscosa y germinante zarandeando relojes parados a las tres de la mañana, campanas
bíblicas tañendo la penuria de sus convicciones.

Hubo una valla (electrificada), hubo un árbol (suficiente), una barricada, una muralla, un muro profanado, una valla picuda
pintada de amarillo, una cinta para el pelo, un trébol. Todo lo que podía ocurrírsele a la vida, un mundo
nuevo de seguridades y espectáculos, de cobardía y redes literarias. La academia dio de comer a las palomas
solo durante un segundo, se tiró al pozo de cabeza durante una eternidad. Y hubo un niño
que corría, era ese niño que se tambaleaba como un verso distante –por cortesía de la literatura– un niño entre dos fuegos,
la tripita hinchada y las rodillas espumosas, los bracitos de espuma, la mirada.

Luego se oyó el látigo flotando en el aire como un martillo –decid: este aire que soporta
atrocidades. Las mandíbulas del tiempo se cerraban sobre la disidencia controlada y la Organización
iba hundiéndose en la tierra, brotaba de su vientre hinchado un enjambre de palomas, una bandada de orugas, la bandera
roja más hermosa de la patria.

Las chicas por la avenida como si (nada) hubiese terminado y los cláxones y las bocinas, 
la música que hacía llorar, el excedente de los años pasados de moda, esta podredumbre del espacio que se contrae hacia
el fondo de la llama. Jordan cogida de la mano; el milagro pendiente y los morteros, la física del futuro, la belleza
atónita de los espejos.

Sin espejos: la guerra ha funcionado. Miedo y compasión, oficio en lugar de poesía, en lugar del motivo,
la renuncia. El drama es la constante universal, el auto que no se estropea jamás, es el diamante que destaca por su altura,
cuenta con un telar de lágrimas, un enigma de besos enredados. No se puede decir, está de más,
asciende como el vómito y se detiene en la primera sílaba de la masacre, el primer hueso cabal. El hombre ha culminado
su trabajo, es el momento de la sombra, el turno de la Luna, ¡que cumpla su condena!

Aquella senda funesta, aquel sendero y siempre la misma comitiva de espanto, el mismo rastro puro del olvido;
hubo un deseo, pero era el hambre que alumbraba la soledad de una época, el triunfo balbuciente de una estación de tinieblas,
la virtud de un torrente de almas. Los mismos ojos, de nuevo testigos
infinitos del trámite solemne de la muerte. Oh, absurda fantasía lanzada sobre la carne como metralla color acero, color de luz.
Aquella canción de cuna fuera de toda lógica, fuera del sueño y fuera,
tan lejos como el bárbaro horizonte del amor.



Jamie Heiden

1 comentario:

  1. Ya sabes, la vida es la mejor maestra leí hace poco: si no aprendes la lección te la repite

    ResponderEliminar

Seguidores