miércoles, 4 de abril de 2018

milagro en el paseo de la fama


Ruedan los versos, las palabras vuelan, la gente grita por los corredores
del hospital abandonado. Aquí solo hay restos, solo existe lo que fue, y es de acuerdo con esa condición antecedente
que germina la historia y se concentra en un punto elástico de pura ubicuidad. Ruinas
literarias –peones sin espacio ni cultura– apiladas en mausoleos
románticos (allí donde la libertad graznara su incomparable pecado).

Saber leer es el salvoconducto; un parlamento. Una predisposición
cordial a la grandeza, hacia el rédito. Es la instauración de una pequeña, ingrata
monarquía, la institucionalización del pensamiento. Jordan ha liberado esclavos en una granja del sur,
ha liberado presos en los campos solo con la amenaza de sus ojos, el fusil
consagrado de su cabello sangrante, la estrella roja
de su corazón.

Por el paisaje, al fondo, el ferrocarril anuncia el pragmatismo mecánico del futuro; es Hamlet que se desespera
y fenece entre locuras y aspavientos generales, un nuevo héroe
dedicado a la pesca del ingenio. ¡Oh, larvas incontinentes! –de verbo fácil. No es que el poeta haya sido
redimido por ella y, sin embargo, ha sido sacrificado por ella, el milagro tuvo esa propiedad conmutativa
de la superstición elevada al rango del misterio.

Lo difícil es salir. La entrada al Parque es gratuita, sin billete, sin aduana
morosa, ni contratiempo alguno: se pasa. Se pasa el tiempo porque todo es contingente, todo se sustenta,
el aire irrespirable decrece en relación con el soplo eugenésico del Ángel (D.). Se tiene que escribir, es urgente crear
Obras Completas, nidos de conocimiento y traición.

Jordan ha procedido a su destello y es una estrella más en el paseo de la fama, ha pintarrajeado
el código de marras, el asterisco que indica su primogenitura. No llueve. Por los megáfonos
Rose diluvia un deslizamiento de primera. El libro se titula Parentesco y es uno más
bañado por la sombra, digerido en la plétora de nombres que acogota la memoria crítica de la ciudad.

Siempre con cuidado de no pisar una metáfora. Siempre con el oído
(ex)puesto al final del capítulo, en el último verso, donde recae el acento y las palabras vuelan hacia su fin de siècle
lastradas del espíritu deicida que fecunda las malas decisiones.



1 comentario:

  1. 1.
    Disciplina lingüística que estudia el orden y la relación de las palabras o sintagmas en la oración, así como las funciones que cumplen.
    "las reglas de la sintaxis; (fig) Chaplin estableció una suerte de sintaxis general de los cuerpo

    ResponderEliminar

Seguidores